Algunas estrellas, muchos estrellados y ¡Feliz año nuevo!

Me gustaría aprovechar que ya es un nuevo año para lanzaros un grito de ¡Ánimo! y para recordaros que lo único duradero es el tiempo.

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El otro día quién sabe a causa de qué extraña razón vi durante un rato el programa y reality de Cuatro Hijos de papá”. En un principio pensé que a los productores se les había ido la cabeza por completo, ¿De verdad creen que es el mejor momento para pasarnos por la cara la abundancia material de unos niñatos? ¿O es que su intención es ser los creadores de los nuevos enemigos públicos número uno? Todavía me rondan por la cabeza esas ideas, ya que por mucho que los protagonistas cambien y se arrepientan, las delicias de unos pocos siempre serán la amargura de otros muchos, aquí y en la China.

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Aun así he de reconocer que ni en época de crisis consiguieron hacerme pasar envidia. Lo que sentí fue más bien pereza. Yo sé que lo siguiente que voy a deciros puede sonar a topicazo y quizás también algo hipócrita, pero si en tiempos de miseria y cambios la banalidad, aunque sea dorada, lo que me produce es rechazo, quizás sea verdad eso que dicen de que hay cosas mucho más importantes que el dinero. Y estas últimas quedan siempre mientras que los billetes vienen y van  (y volverán, estoy segura).

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Basándome en ese dicho en el que creo, aunque en momentos difíciles la situación nos haga dudar, me puse a escribirle una carta, por qué no, a “la suerte”. Porque hay veces en las que necesitamos que nos recuerden las cosas más simples y verdaderas. Porque como muchos sabréis, “la fortuna se cansa de llevar siempre a un mismo hombre o misma mujer sobre las espaldas”, solo hay que tener paciencia.

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Querida fortuna:

Te busco pero no te encuentro. Te llamo pero no respondes. Empiezo a pensar que nunca podré disfrutar de tu compañía. Me siento desamparada, desdichada. Te he visto acompañando a Mikel al concesionario en busca de nuevo coche. Me junté con vosotros cuando volvíais de comprar el cupón de la lotería que más tarde se convertiría en el ganador. Os seguí la vez que mirabais apartamentos en la costa. Sé que eres espíritu libre y que tus normas no entienden de lógica ni de probabilidades, ¿pero por qué esta indiferencia hacia algunos?

Querida “desafortunada”:

Te busco pero no te encuentro. Te llamo pero no respondes. Siempre he creído ser yo la ignorada por ti. El otro día fui al nacimiento de tu nuevo sobrino, aunque parece ser que no me sentiste. Veo que tampoco notaste mi presencia el día que por casualidad chocaste con Jon habiendo decenas de personas más en la misma carretera, y eso que desde entonces no os habéis separado. ¿Y qué hay de cuando tus amigos te demostraron cuanto valías preparándote esa pedazo fiesta? Abre bien los ojos porque estoy aquí, a tu lado.

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